El boom multimillonario: por qué está aumentando la riqueza extrema y qué significa para la sociedad

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El número de multimillonarios en todo el mundo ha aumentado a niveles sin precedentes, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial, y sus fortunas crecen más rápido que nunca. Esta tendencia no es accidental; es una consecuencia directa de decisiones políticas que han hecho que sea más fácil acumular y retener riqueza extrema y al mismo tiempo han dejado prácticamente sin cambios las realidades económicas de la mayoría de los estadounidenses. La creciente brecha de riqueza ha alimentado el sentimiento antimillonario, como lo demuestran los recientes disturbios políticos y el creciente descontento público.

La magnitud del problema

Hoy en día, hay más de 3.000 multimillonarios en todo el mundo, un aumento espectacular con respecto a hace apenas unas décadas. En 1990, Estados Unidos tenía alrededor de 66 multimillonarios; hoy, ese número se acerca a 1.000. Lo más alarmante es que la proporción de riqueza controlada por multimillonarios se ha disparado del 7% al 18% durante el mismo período.

Las cifras son asombrosas. El multimillonario medio es ahora un hombre de unos 50 años que se ha beneficiado de una combinación de tecnología, herencia y pura acumulación financiera. Elon Musk, por ejemplo, ha pasado de tener alrededor de 20 mil millones de dólares hace una década a unos 400 mil millones de dólares estimados en la actualidad. Este crecimiento exponencial no tiene precedentes en la historia de la humanidad.

Opciones de políticas y exenciones fiscales

El principal impulsor de este aumento de la riqueza multimillonaria son los cambios deliberados de políticas. Durante el siglo pasado, las leyes tributarias se han modificado sistemáticamente para favorecer a los ricos, reduciendo las tasas a las que se gravan sus fortunas y dejando prácticamente sin cambios la carga tributaria del 90% más pobre de los estadounidenses. La tasa impositiva promedio para los 400 estadounidenses más ricos es ahora aproximadamente la mitad de lo que era hace 50 años.

Esto no es simplemente una cuestión de economía; es una elección política. Los individuos y las corporaciones adineradas han presionado activamente para lograr recortes de impuestos y desregulación, asegurando que sus fortunas sigan creciendo sin control. El resultado es un sistema en el que los ricos se vuelven más ricos mientras los pobres y la clase media luchan por mantenerse al día.

El estilo de vida del multimillonario: exceso y desperdicio

A medida que la riqueza de los multimillonarios se ha disparado, también lo ha hecho su gasto. Los ultraricos ya no están satisfechos con los artículos de lujo tradicionales; están participando en extravagantes demostraciones de riqueza que eran inimaginables hace apenas unos años. Los superyates que cuestan 500 millones de dólares son ahora algo común y se pueden alquilar conciertos privados de artistas importantes.

Un consultor que atiende a “multimillonarios aburridos” describió la creación de experiencias temporales y exclusivas, como la construcción de un restaurante impreso en 3D en un banco de arena en las Maldivas, sólo para que el agua lo arrasara después de una sola cena. Esto ilustra lo absurdo de la riqueza extrema: los ultraricos gastan dinero en experiencias que están literalmente diseñadas para ser desechables.

El aumento del sentimiento antimillonario

La creciente brecha de riqueza ha alimentado una reacción contra los multimillonarios, y muchos argumentan que su existencia es un fracaso político. Este sentimiento ha ganado fuerza en los círculos políticos progresistas, con figuras como Bernie Sanders y Elizabeth Warren abogando por impuestos sobre el patrimonio y regulaciones más estrictas.

Los recientes reveses políticos, como la victoria de Zohran Mamdani en la ciudad de Nueva York, demuestran el creciente descontento público con la influencia multimillonaria. La idea de que los multimillonarios no deberían existir ya no es una posición marginal; está ganando aceptación generalizada.

El futuro de la desigualdad

La pregunta ahora es si esta tendencia continuará. El registro histórico sugiere que la desigualdad extrema eventualmente conduce al malestar social. El mito de las oportunidades estadounidenses, donde cualquiera puede pasar de la pobreza a la riqueza, está cada vez más en desacuerdo con la realidad del estancamiento de los salarios y la disminución de la movilidad social.

El péndulo puede estar oscilando. Los ultrarricos ya no son vistos como emblemas de éxito sino como símbolos de fracaso sistémico. Si la tendencia continúa, la reacción contra los multimillonarios podría volverse aún más severa, lo que podría conducir a una agitación política y económica significativa.

El aumento de la riqueza de los multimillonarios no es sólo una cuestión económica; es un desafío fundamental a los cimientos de la democracia estadounidense. El futuro de la desigualdad dependerá de si las autoridades deciden abordar los desequilibrios sistémicos que han permitido que florezca una riqueza extrema a expensas de la mayoría.